¿Cuánto tiempo se tarda en hacer un duelo? ¿Cuántas lágrimas exactamente?
El otro día mi hija y yo pasamos por delante del edificio donde vivíamos antes, antes de separarme de su madre. Mi pequeñaja dijo en voz baja, como si apenas entendiera el peso de sus palabras, pero esas palabras se sintieron como una daga:
- Quiero ir a casita con mama… y con papa también. Y Sofia.
No puedo describir la tristeza que sentí y siento ahora al recordarlo.
Aún así, acepto la situación, al menos en gran medida... De forma proporcional a la cantidad de lágrimas derramadas, cada día se hace más pequeñita esa parte de mí que suponía compartir la vida con alguien que tanto amaba (y amo).
Y no quisiera sonar victimista pues soy optimista con la vida. He recuperado la ilusión y estoy más activo que nunca.
Vulnerabilidad e intimidad
Vivir el día a día desde esta vulnerabilidad, desde la humildad y humanidad que sensibiliza, es algo que deseo poder mantener en el futuro. Sin embargo, tengo miedo de perder esa conexión o que se debilite. Actualmente siento las conexiones con otras personas de forma más auténtica y profunda. En su mayor parte, puedo ser yo mismo, sin necesidad de fingir ni ocultar nada. Después de perder lo más valioso de mi vida, tengo mucho menos miedo. Es como si ya no tuviera nada que perder. No lo sé.
Sé que iré volviendo a exponerme públicamente más a menudo. De hecho, lo he hecho recientemente (aquí y aquí), pero quiero que mi narcisismo (el cual puede ser funcional) se quede en equilibrio con esta vulnerabilidad. Hay un miedo intenso a volver a excesivos patrones de grandilocuencia y soberbia que me desconecten del hecho de que yo, como humano, no soy mejor que nadie. En los próximos meses volveré con sorpresas muy apetitosas para mi ego y reconozco que el miedo me llevará a querer controlar que no vaya de subidito más de lo necesario para esos momentos públicos y de cierto liderazgo. Pero en el ámbito personal—con mi hija, amistades, familia, pareja, clientes y alumnos—quiero cultivar horizontalidad e intimidad.
Intimidad, etimológicamente, lo conforman dos partes: IN-TIMIDAD: negación (in) del miedo (temos). Aquello que ocurre cuando no tenemos miedo. Por completarlo: intimidad es relacionarnos sin miedo a las profundidades propias y del otro.
En mi proceso de aprendizaje personal, he buscado experiencias que me ayuden a enfrentarme a mí mismo, para ser yo a pesar de mí mismo, para integrar mis sombras, mis luces y todo lo que emerge en el proceso de la vida. Actualmente, estoy realizando una formación muy recomendable para valientes en Espai Philae (Barcelona), llamada “Teatro y Consciencia”. Este programa, liderado por Anna Sabaté, utiliza el teatro y la creatividad para explorar esos aspectos de nosotros que rara vez compartimos, por miedo al rechazo o porque resultan incómodos. Todo esto ocurre en un espacio protegido, creativo, divertido e inspirador, guiado por Sabaté, a quien admiro y agradezco su trabajo. Aunque no siempre comparto el enfoque gestáltico o ciertas corrientes psicológicas relacionadas, considero que ella crea contextos muy enriquecedores y experiencias transformadoras de una forma respetuosa, sensible, exigente y constructiva. También, en el mismo centro, estoy realizando un camino de conexión y expresión corporal, con Ana Carrera, que también está siendo muy terapéutico y transformador. Me siento afortunado.
Ranciedad y opinión ajena
A la vez, y sin que esto sea incompatible con todo lo anterior, tengo un lado bastante áspero y difícil de compartir. Pocas personas me conocen en mi faceta de trabajo a las 5 de la mañana, completamente inmerso en mis estudios, creatividad y proyectos. Aceptar esta faceta ha requerido que comunique de forma clara para que mi rechazo no se tome como algo personal. La verdad es que se me nota mucho cuando alguien “me sobra”.
- Aleix, ¿qué haces levantado a estas horas?
- Nada, estoy trabajando- sigo mirando a la pantalla.
Ella se sienta a mi lado. Ansiedad, estrés.
- ¿Te importaría dejarme solo con todo esto? Estoy muy concentrado con esto y no quiero salirme de este estado. Perdona y mucha gracias. (Dentro de mi: Saludos cordiales)
Es liberador reconocer y aceptar esos aspectos de uno mismo que, probablemente, no son simpáticos y no encajan en muchos contextos. En mi caso esto es la ranciedad, la dureza de mis críticas, mi soberbia, densidad, ansiedad, complejidad, competividad e individualismo. Y otras facetas que tampoco hace falta compartir, querido/a lector/a. Cuando conecto con todo ello nutro partes de mí que sí o sí necesito vivir. Recordar esto me ayuda a que me la pelen muchas críticas, las cuales cada día relativizo más. Cada vez soy más capaz de mantener un espíritu crítico conmigo mismo: escucho las críticas, reflexiono sobre ellas y evalúo su utilidad para mi crecimiento personal. Al mismo tiempo, me esfuerzo por valorar cada juicio con perspectiva, consciente de que todos juzgamos desde nuestra historia, preferencias y circunstancias.
Esto no quiere decir que no me afecte lo que piensen de mí. De hecho no simpatizo con estos mensajes que sentencian que “no te tiene que afectar lo que piensen de ti”. Yo no pretendo enviar ese mensaje. Somos seres sociales y ser aceptados por los demás es algo que nos motiva y buscamos. Es algo humano. Los reforzadores sociales son extremadamente poderosos y eficaces. Cuando alguien nos sonríe o hace un comentario amable, eso es un tesoro. Por extensión, una crítica o mala cara, suponen un intenso castigo. Y es que aquello que da valor y peso al reforzador social es lo mismo que da valor y peso al castigo social.
Es cierto que es importante contextualizar para que no todos los comentarios o malas caras nos afecten de la misma manera, sino que lo hagan dependiendo de quién los emita y en qué circunstancias. en cualquier caso, es muy humano que eso nos cause dolor y que terminemos adaptando nuestro comportamiento para evitar futuros rechazos. Según el caso, esto puede ser muy inteligente o quizás pueda estar indicando de que ese contexto social no es para nosotros y mejor alejarse o relativizarlo.
En fin, no me enrollo, estas cosas son complejas y todo DEPENDE de tantos factores. Qué complicado generalizar. Qué complicado generalizar que siempre es complicado generalizar.
Espero que pronto pueda volver con más filosofía, creatividad, psicología y ciencia. Quiero mantener un tono intimista, obvio, pero seré más yo sumando más dimensiones.
Abrazos y gracias por leerme.
Sóc fan de l’honestetat sense complexes. Gràcies.
Álex, qué gusto da leerte. Directo, sin tapujos, humilde y honesto. Creo en las causalidades y hoy necesitaba leer esto. Gracias por compartirte desde tan adentro. Un tesoro.
Un abrazo.