¿Cuál es mi esencia? Esa es una pregunta que me hago desde que empecé a tomar consciencia de mí mismo. Durante mi vida considero que he sido tantos Aleixes que me considero una persona casi contradictoria. Por ejemplo, he sido un punky que me apuntaba a todas las manifestaciones anticapitalistas más radicales y también fui legionario paracaidista. O amo a la ciencia y al escepticismo, pero también al esoterismo y a la espiritualidad.
Mis experiencias, pensamientos y emociones han ido variando muchísimo (se han integrando en mí) aunque sí he ido identificando ciertos rasgos muy generales.
Tampoco me voy a poner ahora a hacer un listado. De eso no va este newsletter.
Una pregunta difícil
Para entrar un poco en calor os dejo un vídeo de 2 minutos de la serie Sense8:
Preguntarse por la propia esencia implica preguntarse por lo que soy, y esa es una pregunta profundamente filosófica.
Es una pregunta tan fundamental como preguntarse por el ser del mundo.
Aunque es un tema inabarcable en tan poco espacio, voy a intentar hacer una reflexión de mínimos, sin especular demasiado, centrándome solamente en lo que sabemos con un nivel de seguridad bastante alto.
Sesgo espiritual y egocéntrico
Para empezar, creo que es fundamental ir con cuidado con el sesgo espiritual y el egocéntrico. Ni somos solamente unidad con el Todo, ni somos solamente individualidad.
Los fanáticos -una palabra fea para describir a las personas que están ciegamente convencidas de algo que aunque en realidad es una parte lo presentan como el todo- espirituales se identifican -solamente (!)- con el espíritu (lo universal o la unidad). No reconocen que sean esencialmente nada más.
No hay cosa que me repatee más que me digan que el ego es una ilusión y que la verdadera realidad es esa unidad. Estas perspectivas tan verticales me parecen contrarias a una concepción holística del ser humano.
Por otro lado, los fanáticos ególatras se identifican -solamente (!)- con lo particular (lo individual o diferencial).
Aquí también hay problemas importantes pues participamos en la unidad del Todo y el misterio de la vida. Además, tenemos una identidad grupal o colectiva. El individualismo reinante nos ciega también.
Si os interesa este tema ya reflexioné una noche de verano sobre el ego y la espiritualidad. Y sí, tengo un vídeo al respecto.
Una primera aproximación
Sigamos.
Nuestro ser puede ser entendido por una serie de capas, todas igualmente esenciales y sagradas.
Podemos ver en la imagen de arriba que hay una diferenciación de niveles a la hora de preguntarnos por lo que somos.
Somos aquello específico de nosotros y aquello universal de nosotros.
Somos aquello que nos diferencia (ese gesto, esa lunar, esa combinación única de características, etc.) y también somos aquello que es común (seres vivos, animales, hijos de un momento socio-histórico, etc.).
En la imagen tenéis el degradado “Yo singular-Nosotros-Universal” pero se podría complicar mucho más.
El tema es que se entienda el concepto.
No obstante, está faltando un ingrediente importantísimo para poder entender todo esto: el contexto.
Es un tema que quien me conozca llevo años divulgando… (ai… me acabo de sentir un poco con el síndrome del profeta que comparte la buena nueva).
Y es que… ¡Cuánto daño pueden hacer las perspectivas del autoconocimiento y el desarrollo personal que son esencialistas entendidas como un yo separado del contexto!
Los que seguro que sí que somos
A todo lo anterior faltaría añadir la importancia de las circunstancias y de qué manera esto afecta a lo que creíamos ser.
Seguro que has oído hablar de la frase de Ortega y Gasset:
“Yo soy mi yo y mis circunstancias”
O la de Heidegger:
“El ser humano es un ser inherentemente en el mundo”
Aportan un ingrediente fundamental. Esencial.
Si nos fijamos en la imagen de arriba, muchos de esos rasgos (Licenciado en Economía, Diabético, Depresivo…) podrían variar (o directamente se definirían) en función de las circunstancias generales y particulares.
Es decir, nuestra supuesta esencia se expresaría en función de las circunstancias generales de nuestra vida (familia, nacionalidad, momento histórico…) y particulares (todo lo concreto que va sucediendo: desde perder el trabajo hasta una guerra).
No me quiero poner muy científico en este post así que solamente diré que los datos que actualmente tenemos acerca de cuánto nos definen las circunstancias y lo innato (que los científicos reducen a genética) suelen estar bastante equilibrados proporcionalmente, incluso las circunstancias tendrían un mayor peso (aunque es difícil hablar de porcentajes porque hay bastante variabilidad entre estudios por la variedad de tipos de personas y contextos).
Últimas reflexiones
De todos modos, en rigor -en tanto seres (también) adaptativos- somos la interacción de genética y ambiente.
Y se podrían poner mil ejemplos en los que podemos entender cómo el contexto y las acciones particulares del momento pueden hacernos sentir profundamente algo que podríamos interpretar como un llamado a nuestra esencia.
Claro que hay una esencia, pero consideraría que la mayoría de veces estaríamos hablando de estados del momento (y estar no es lo mismo que ser, igual que sentir no es lo mismo que ser) según las circunstancias o, como mucho, partes de nosotros alimentadas por el contexto en detrimento de otras partes que estaríamos dejando de lado (“perdiendo esencia”).
Así pues, sin un análisis del contexto no podemos entender nuestra esencia.
Y menos tomar decisiones de futuro alineadas con nuestra esencia.
En conclusión, si quieres responder a la pregunta de ¿Quién Soy? seguramente eso implicaría conocerte en toda tu complejidad.
¿Imposible?
Sí.
Aproximarte a una respuesta tentativa a esta pregunta (como resultado de una profunda exploración vital) sí que te podría ser útil. No obstante, seguramente preguntarnos por lo que somos no sea la pregunta adecuada en el fondo.